jueves, 25 de octubre de 2012

Lo del Borussia no viene de ahora.

El Dortmund es como ese tipo de grupos de música cojonudos que sólo conocen cuatro y te jode cuando se convierten en mainstream.
Por eso lo que hizo ayer el Dortmund no me sorprende para nada ya que quien haya visto jugar a este equipo durante estos dos últimos años sabe que no tiene nada que envidiar a los llamados grandes de Europa, lo de ayer fue su carta de presentación en la Champion y veremos hasta donde llega porque será una grata sorpresa.
Aquí va el artículo por el que empecé a sentir curiosidad por este equipo y empecé a verlo con frecuencia, una obra de arte del gran Axel Torres.

El "baby Dortmund" de Klopp
El 23 de julio de 2008, Jürgen Klopp debutaba como entrenador del Borussia Dortmund en partido competitivo midiéndose al poderoso Bayern en la recientemente reinstaurada Supercopa Alemana. Su primera decisión fue afrontar el partido con una pareja de centrales en la que ambos componentes tenían sólo 19 años. Para enfrentarse a la exigencia de Toni y Klose, Neven Subotic y Matts Hümmels. No era un simple experimento de pretemporada, sino el primer desafío para una zaga por la que iba a apostar a lo largo del año. Ganó, pero eso, a día de hoy y desde la lejanía, no tiene tanta importancia. Rescatamos el dato porque fue el primer indicativo de la filosofía de este joven y mediático entrenador que asumió el reto de sentarse en el banquillo más caliente de la Bundesliga: el atrevimiento.
Hoy Subotic y Hümmels siguen formando la pareja de centrales del Dortmund. No siempre ha sido así, porque al joven alemán le han perseguido las lesiones, pero parece haberlas dejado atrás e incluso ya debutó con la selección absoluta de Joachim Löw. El serbio ha sido internacional en 18 ocasiones por su país, una cifra notable a sus 21 años. Mezclan bien, y que nacieran separados por seis días de diferencia (ambos son de diciembre del 88) no debe tener nada que ver. Mientras el balcánico es un huracán que domina el juego aéreo y se emplea con enorme contundencia, el germano (formado por cierto en un Bayern que ahora probablemente desearía tenerlo en su plantilla) es más pausado y elegante. A veces, esa frialdad puede costarle cara, como el pasado jueves cuando perdió un balón en una zona comprometida y concedió un gol ante el Karpaty en Ucrania. Otras, sus cambios de juego son tan deliciosos y determinantes que inician acciones de ataque enormemente peligrosas, como ayer ante el Schalke en el derbi de la cuenca del Rühr.
Subotic y Hümmels fueron ayer dos de los ocho jugadores menores de 23 años que presentó el once que se llevó el clásico más pasional de la Bundesliga. Alguno, como Mario Götze, la nueva sensación en Dortmund tras su doblete en Lviv, acaba de alcanzar la mayoría de edad. Pero entre todos ellos, Nuri Sahin, ya más de cien partidos en primera, ya tan jerarca que asume todas las responsabilidades a balón parado, ya tan maduro que casi nunca se adorna y siempre juega con el criterio de una mente pensante que observara el juego desde el exterior. El mérito de Klopp no es tanto atreverse a lanzarlos como darles confianza, transmitirles ese temperamento suyo que convierte la responsabilidad en alegría. Su equipo se asemeja tanto a su carácter que uno se sorprende de que ésta sea sólo su tercera temporada en Dortmund. Si después de Sammer y el último título liguero desfilaron entrenadores sin dejar ni un pedazo de historia en la memoria colectiva, el simpático hombre del chándal que nos divertía saltando en la banda del campo del Mainz lleva camino de convertirse en una institución. Sabiéndose mejor, pero sobre todo sintiéndose libre de complejos, el Borussia salió a Gelsenkirchen con la intención de ser protagonista. Sus primeros 25 minutos fueron de videoteca. Desde el primer momento, Kagawa, un media punta japonés con gol -notable innovación-, descubrió que la zona de tres cuartos de campo era un lugar idóneo para diseñar movimientos peligrosos. Se asoció con sus compañeros de ataque y durante ese primer tramo no hubo batalla, sólo monólogo. Luego decreció el ritmo y se apagó el baño, pero el resultado se ajustó a la diferencia de fútbol que hay hoy en día entre un cuadro deprimido y otro que vive instalado en la felicidad. En la del espíritu juvenil de Klopp y sus muchachos, los que, sin necesidad de rotaciones, se sobrepusieron a un largo viaje el jueves pasado a Ucrania y demostraron que no hay mejor preparación que la euforia bien administrada. Sí, pese al esfuerzo de un partido duro con siete goles, competido hasta el tiempo de descuento, el Dortmund formó exactamente con la misma alineación que, menos de tres días antes, había ganado en Lviv. Le dio igual que el Schalke hubiera jugado el martes mucho más cerca de casa. Entre dosificar y entusiasmar, Klopp elige lo segundo. Una decisión que se corresponde con ese aire voluntariamente inconsciente que desprenden su figura, su equipo y su Dortmund.

Un Saludo, y  atentos a este tal Klopp que dara mucho que hablar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario